viernes, 16 de enero de 2015

Emociones y pensamientos

Cuando aparece una emoción mejor expresarla de manera vivida que intelectualizarla, tan importante es comunicarse a nivel intelectual como emocional. 
Lo primero para expresar una emoción es reconocerla y después asumirla como propia, no es el otro el que hace que te sientas de esta u otra manera, eres tu mismo el que te sientes así, no es el otro el que debe cambiar para que tu te sientas mejor, sino  que has de ir asumiendo que es a ti  a quien le cuesta "aceptar" lo que hace la otra persona. No es un camino fácil.
También es importante que seas claro y directo cuando expreses tus pensamientos, ideas u opiniones, no des demasiadas vueltas, ni te repitas demasiado, ni expliques tanto que haga que el otro se pierda.




viernes, 9 de enero de 2015

Fomentar hábitos en los hijos

Adquirir un hábito es un proceso paulatino que requiere saber esperar durante el tiempo necesario y teniendo en mente que cada vez que se consigue llevarlo a cabo es un paso más hacia su adquisición, y cuando no se consigue no significa que no se esté alcanzando, sino que hay que poner más atención,  tener más paciencia y seguir buscando nuevas maneras de enseñarlo.
Lo primero es conseguir una buena predisposición y mantener la motivación inicial con unas sencillas recomendaciones:

  • Dar pautas claras y concretas
  • Transmitirle confianza en que lo va a conseguir
  • Ser constantes y perseverantes en su cumplimiento, pero ser pacientes cuando no lo cumple
  • Supervisar que lo intenta
  • El adulto debe ser un modelo cumpliendo también con el hábito
  • Dialogar en momentos neutros sobre las consecuencias positivas del hábito y buscar amigos u otros personajes que lo cumplan 

viernes, 2 de enero de 2015

La dificultad de ser padres: acompañar las emociones de los hijos

Por regla general un padre sufre cuando ve que su hijo está triste, llora, tiene miedo, etc, es decir se preocupa cuando su hijo expresa sentimientos popularmente llamados negativos. La reacción habitual es intentar calmarle, y cada padre tiene su propia manera de hacerlo, pero todas ellas las podemos reducir a unas pocas, dependiendo de si se considera adecuada o no la reacción del pequeño:

  • Si no se da importancia a lo ocurrido, se les suelen decir expresiones como: "No te preocupes", "no pasa nada", "eso no tiene importancia", "no tienes que llorar por eso", "tienes que hacerte mayor", etc.
  • Si se considera que hay motivos para que el niño se sienta así, pero son situaciones evitables como que alguien le ha hecho daño al reñirle, pegarle, castigarle, insultarle, le ha quitado algo, etc., se considera que no es justo lo ocurrido y se suele centrar la atención en el otro que ha actuado mal.
  • Si se considera que hay motivos, pero son inevitables como enfermedades, muertes cercanas, pérdidas de mascotas, ilusiones que no se pueden cumplir, etc. En estas situaciones una manera bastante frecuente de reaccionar es intentar que le afecte lo menos posible: sustituir la mascota, prometerle algo que le hace mucha ilusión para un momento posterior, etc.
En cualquiera de las reacciones descritas le estamos enviando al niño el mensaje de que no es bueno sentir esas emociones, bien porque no es adecuado, bien porque se debe evitar el sufrimiento.
Pero para aprender a asimilar, gestionar y expresar emociones no hay que evitarlas, hay que tener experiencias con ellas y sentirlas. Por tanto, y a pesar del sufrimiento que para el padre pueda suponer que su hijo lo esté pasando mal, tan solo hay que escuchar, tener curiosidad y preguntarle cómo ha ocurrido, qué ha hecho, poner palabras a su sentimiento, sentarse a su lado, acompañarle en silencio, etc. Es decir, estar más pendiente de la emoción del niño y no tener prisa por reducir la propia ansiedad.